
Tapa para Girolle
- Sku 032019
- Marca Tetê de Moinê
Tapa para Girolle
Tapa de metraquilato para cubrir la máquina del cortador de queso Tête de Moine (Cabeza de monje) procedente de Suiza y elaborado con leche de vaca.
Tête de Moine es un queso suizo. Su nombre, que significa "cabeza de monje", se deriva de su invención y en un principio la producción por los monjes de la abadía de Bellelay, ubicada en la comunidad de Saicourt, en el distrito de Moutier, en la zona montañosa del Jura bernés, la región francohablante del cantón de Berna.
Fuente: http://blogs.elpais.com/el-comidista/2012/07/flores-queso-tete-de-moine-girolle.html
Existen pocos quesos en el mundo tan peculiares como el tête de moine. Debe su nombre a un corte de pelo. No se corta con un cuchillo, sino que se raspa. Se sirve en forma de flores, no de tacos ni de lonchas. Su éxito internacional se debe al instrumento para manipularlo, la girolle,cuya invención a principios de los ochenta multiplicó por diez las ventas del queso.
Hace algunas semanas tuve la suerte de visitar el lugar donde nació esta pequeña maravilla, la Abadía de Bellelay, donde existe un pequeño museo que en el que narra su historia. Los monjes benedictinos comenzaron a elaborarlo en el siglo XII, con el objeto de aprovechar la abundancia de leche de vaca del verano para los meses de invierno. El descubrimiento de la técnica del raspado no se debe a que en la abadía hubiera algún Ferran Adrià suelto, sino a la picardía vacaburresca de los religiosos. Para que sus incursiones nocturnas a la despensa no se notaran, en vez de cortarlo lo raspaban, y así se dieron cuenta de que su sabor mejoraba notablemente gracias al mayor contacto con el aire.
La invasión de las tropas revolucionarias francesas llevó consigo el desmantelamiento de la abadía a finales del siglo XVIII. A partir de entonces el queso se fabricó en queserías de la zona, y poco después empezó a denominarse tête de moine (cabeza de monje) por el parecido del raspado con la tonsura monacal. Pero el verdadero momento clave para la variedad llegó en 1981, cuando Nicolas Crevoisier creó el aparato de corte que lo lanzó a la fama.
Crevoisier era un mecánico de precisión que trabajaba en la industria relojera. Cuando esta entro en crisis, dedicó sus esfuerzos a inventar un trasto que facilitara la tarea de raspar el tête de moine, para la que se requería cierta habilidad. Antes se habían fabricado algunos artilugios un tanto estrambóticos, cuyos ejemplares se conservan en el museo. Crevoisier dió con la solución definitiva al atreverse a clavar la cabeza de monje sobre un eje, acción considerada poco respetuosa con la religión y con los cerebros monacales hasta entonces.
Opiniones
Tal y como se indicaba. Además rápido y eficaz