
Girolle - Cortador de Queso
- Sku 032018
- Marca Tetê de Moinê
Máquina Girolle para el Tete de moine
Girolle para el queso suizo Tete De Moine (Sin Tapa), aparato para cortar el queso Tête de Moïne, al dar vueltas va formando unas virutas en forma de flores de queso. De sabor intenso y es ideal para decorar platos. (no incluida la tapa)
Girolle
Se usa para cortar el queso Tête de Moine (Cabeza de monje) procedente de Suiza y elaborado con leche de vaca. La maquina corta-queso consiste en una tabla con un eje de acero y una rasqueta, que al dar vueltas va formando unas virutas en forma de flores.
Lo suelen llamar: flores de queso, queso de flor y es ideal para sorprender a tus invitados, para terminar un plato es perfecto.
Crevoisier era un mecánico de precisión que trabajaba en la industria relojera. Cuando ésta entró en crisis, dedicó sus esfuerzos a inventar un utensilio que facilitara la tarea de raspar el tête de moine, para la que se requería cierta habilidad. Antes se habían fabricado algunos artilugios un tanto estrambóticos, cuyos ejemplares se conservan en el museo del monasterio de Bellelay. Crevoisier dió con la solución definitiva al atreverse aclavar la cabeza de monje sobre un eje, acción considerada poco respetuosa con la religión y con los cerebros monacales hasta entonces.
Tete de Moine
Para confeccionar las flores o rosetas es imprescindible que el queso esté recién sacado del frigorífico. De este modo su consistencia garantiza que el corte sea limpio y las rosetas queden perfectas.
Originariamente el Tête de Moine AOP se cortaba con una navaja suiza, como si se estuviera pelando una manzana. Actualmente, la oficina de Denominación de Origen ha puesto a la venta un embalaje que incluye un utensilio de raspado, el piroutte, similar a la girolle, que permite cortar el queso de esta manera tradicional y más sencilla.
Tête de Moine es un queso suizo. Su nombre, que significa "cabeza de monje", se deriva de su invención y en un principio la producción por los monjes de la abadía de Bellelay, ubicada en la comunidad de Saicourt, en el distrito de Moutier, en la zona montañosa del Jura bernés, la región francohablante del cantón de Berna.
Fuente: http://blogs.elpais.com/el-comidista/2012/07/flores-queso-tete-de-moine-girolle.html
Existen pocos quesos en el mundo tan peculiares como el tête de moine. Debe su nombre a un corte de pelo. No se corta con un cuchillo, sino que se raspa. Se sirve en forma de flores, no de tacos ni de lonchas. Su éxito internacional se debe al instrumento para manipularlo, la girolle,cuya invención a principios de los ochenta multiplicó por diez las ventas del queso.
Hace algunas semanas tuve la suerte de visitar el lugar donde nació esta pequeña maravilla, la Abadía de Bellelay, donde existe un pequeño museo que en el que narra su historia. Los monjes benedictinos comenzaron a elaborarlo en el siglo XII, con el objeto de aprovechar la abundancia de leche de vaca del verano para los meses de invierno. El descubrimiento de la técnica del raspado no se debe a que en la abadía hubiera algún Ferran Adrià suelto, sino a la picardía vacaburresca de los religiosos. Para que sus incursiones nocturnas a la despensa no se notaran, en vez de cortarlo lo raspaban, y así se dieron cuenta de que su sabor mejoraba notablemente gracias al mayor contacto con el aire.
La invasión de las tropas revolucionarias francesas llevó consigo el desmantelamiento de la abadía a finales del siglo XVIII. A partir de entonces el queso se fabricó en queserías de la zona, y poco después empezó a denominarse tête de moine (cabeza de monje) por el parecido del raspado con la tonsura monacal. Pero el verdadero momento clave para la variedad llegó en 1981, cuando Nicolas Crevoisier creó el aparato de corte que lo lanzó a la fama.
Crevoisier era un mecánico de precisión que trabajaba en la industria relojera. Cuando esta entro en crisis, dedicó sus esfuerzos a inventar un trasto que facilitara la tarea de raspar el tête de moine, para la que se requería cierta habilidad. Antes se habían fabricado algunos artilugios un tanto estrambóticos, cuyos ejemplares se conservan en el museo. Crevoisier dió con la solución definitiva al atreverse a clavar la cabeza de monje sobre un eje, acción considerada poco respetuosa con la religión y con los cerebros monacales hasta entonces.
Opiniones
Bueni
Normal
Bueno
Valoro el servicio en 5 estrellas Los conoci x inernet....el trato muy cordial y la atencion muy buena....espero seguir comprandoles...gracias!
OS doy no 5 estrellas 10 estrellas por mi parte